domingo, 1 de mayo de 2011

Cap. 14.

Seguíamos todas en ese estado de incredulidad y estupidez pasmosa que se te queda cuando crees que aún sigues en el sueño que te llevó hasta allí. Me sentó "obligada" a escribir en la arena una frase que quería comunicar a esas chicas que me acompañaban en esta fucking perfect adventure: "How wonderful life is, now you're in the world" Ninguna se dio cuenta de lo que acababa de escribir, pero no importaba, ya lo verían más tarde, y si no, ya me encargaría yo de hacérselo saber a cada minuto que pasara. Le hice una foto y se me escaparon dos lagrimillas de alegría que se pasaron rápido al oír los acordes de "my sweet lord" que salían dulcemente de la guitarra y la voz de Ro y ponerme a bailar. No me gustaba ver las fotos hechas, porque siempre pienso demasiado en la batería, pero en ese momento, verlas se hizo especial, y mientras yo las veía, se las enseñaba a Lara y a Silvia mientras compartíamos un canuto. Me dispuse a enseñárselas a Mika... Pero había desaparecido.
Llegó el momento de acordarme que, con las prisas, no me había traído mi guitarra, mi Lucy... Pero me dio tiempo a meter mi ukelele dentro de la bolsa, lo saqué y afiné y montamos un concierto espontáneo Ro y Silvia con la guitarra, Sara cantando y yo con el ukelele. Lara se descojonaba de nosotras, normal. Un show digno de verse. Llegó la hora de dormir, eso que tanto odiaba yo. Pero era un buen momento para descansar, porque realmente no sabía lo que nos esperaría al abrir los ojos la mañana siguiente. Me metí en mi tienda, que se diferenciaba del resto de tiendas Quechua del mundo por la gran union jack que había sobre ella.
Nos levantamos, sin ningún despertador más que el ruido suave de las gaviotas volando sobre nuestras tiendas. Qué felicidad más grande. Me acerqué a dónde había escrito aquello la noche anterior. El mar lo había borrado, no quedaba resto más que la foto, y las niñas tenían que saberlo. Me aclaré la voz, y en medio de la playa grité "How wonderful life is, now you're in the world" (8) 
Llegaron entonces Lara y Mika, me hubiera encantado pasar la noche donde la hubiesen pasado, hablando con aquellas dos poetisas, pero aún quedaba tiempo.
El hambre acechaba, era el momento de atacar con aquella bolsa de patatas fritas que había comprado en una gasolinera. Aplastadas. Pero al fin y al cabo, era un buen desayuno. Nos esperaba un largo día, en compañía de nuestras almas gemelas.


-E.H.L

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