martes, 22 de marzo de 2011

Cap. 11

Me bajé del taxi y pagué al conductor con manos temblorosas por la emoción y una sonrisa bobalicona en la cara. Por fin había llegado a mi destino.

Miré a mi alrededor, buscando a alguna de las chicas que compartirían conmigo este verano. No encontré a ninguna. 'Maldita sea', me dije. Me senté a esperar en un banco cercano, y tras abrir mi bandolera de Desayuno con diamantes (uno de los muchos regalos que me dio mi familia por Reyes), saqué mi nuevo disco de David Bowie, Hunky Dory, intacto aún, en su plástico, que me compraron justo antes de irme de viaje y que esperaba estrenar con ellas.

De pronto oí una voz que me llamaba por uno de mis nombres en Tuenti, Stardust Insane. Inmediatamente levanto la cabeza y la veo a ella. Esas Wayfarer, ese pelo rizado... Lara, la chica Dylan, aquella que escribe con el corazón y no con las manos. Con la emoción, los nervios, y la timidez de los primeros momentos, paseamos un poco por la zona buscando a las demás. Nos entró hambre y fuimos a comer a la primera terraza que vimos.

Mientras charlábamos de nuestras cosas y nos reíamos, la vimos pasar al lado de la terraza. Era inconfundible, con su camiseta de Los Beatles y su guitarra. Rocío, la chica Harrison. Lara la llamó y corrió hacia nosotras con una sonrisa. Poco después, su móvil sonó. La melodía de My sweet lord sonó hasta que Ro la cortó para coger la llamada.

- ¿Sí? ¡Elennon!

Según sus indicaciones, estaba en la playa de al lado, benditas casualidades. Apresuradamente fuimos a su encuentro, y ahí estaba Elena, Hei Lei, la fotógrafa, la groupie de los poetas. A su lado estaba Silvia, Lucy, el ácido hecho persona, y sólo con verla ya notaba que estaba en el cielo rodeada de diamantes.

Apenas nos dio tiempo a saludarnos y abrazarnos, dejando que se nos saltaran las lágrimas. Justo entonces oímos una voz que nos llamaba y se acercaba poco a poco, al mirar vimos a una chica cargada de cosas, guitarra incluída, sonriente aunque exhausta por la carrera.

Iria, Mika, la chica Jagger, la romántica. De pronto, estábamos todas ahí, juntas, por fin.
Nos abrazamos y reímos de felicidad, nos quitamos los zapatos y dejamos que la arena nos ensuciara los pies, y que el agua del mar jugueteara con nuestros dedos.

Lo habíamos conseguido, estábamos juntas... Y esto no era más que el principio.


S.P.N.



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